Con un máster en logística industrial, busqué en varias empresas con la esperanza de encontrar mi camino. Sin embargo, quedó claro que este campo no estaba alineado con mis aspiraciones. La falta de consideración hacia las personas me afectó profundamente, sabiendo que muchas personas sufrían en el desempeño de sus funciones (yo incluido, pero otros aún más).

 

Consciente de la necesidad de un cambio, encontré un trabajo similar en una empresa muy pequeña. Esperaba marcar la diferencia debido al pequeño tamaño de la empresa, pero a pesar de los prometedores discursos, estaba claro que los empleados no eran una prioridad. Mientras trabajaba, una pregunta no dejaba de rondarme: "¿Qué actividad podría hacer que me fascinara, fuera útil y estuviera en consonancia con mis valores, basados en la empatía, el respeto y la tolerancia?".

 

Fue durante un paseo por las calles de Barcelona con mi fiel compañero de cuatro patas, el verdadero centro de mi vida, cuando descubrí una pequeña escuela de quiromasaje. Nada más cruzar las puertas me sentí seducida por su cálido ambiente. La singularidad de estos cursos reside en el hecho de que practicamos unos sobre otros, dando tantos masajes como recibimos. En sólo una semana, me sentí más revitalizada y relajada que nunca. Yo misma he padecido muchos dolores a lo largo de mi vida, y sé lo difícil que puede ser soportar estas cargas, a veces crónicas, desde el momento en que te levantas o incluso por la noche. En mi opinión y experiencia, el quiromasaje ofrece una respuesta eficaz a estas tensiones y lesiones.

 

Han pasado seis meses desde que terminé mi formación y me he atrevido a embarcarme en una aventura empresarial. En pocos meses, he ayudado a profesionales y deportistas a liberarse de sus dolores, principalmente en la espalda (cervicales, dorsales y lumbares), permitiéndoles trabajar en un estado más sereno, con un impacto positivo en su rendimiento.